Fragmento de Protágoras de Platón


“…los que llevan las enseñanzas por las ciudades, vendiéndolas y traficando con ellas, ante quien siempre está dispuesto a comprar, alaban todo lo que venden. Mas, probablemente, algunos de éstos, querido amigo, desconocen qué, de lo que venden, es provechoso o perjudicial para el alma; y lo mismo cabe decir de los que les compran, a no ser que alguno sea también, por casualidad, médico del alma. Por lo tanto, si eres entendido en cuál de estas mercancías es provechosa y cuál perjudicial, puedes ir seguro a comprar las enseñanzas a Protágoras o a cualquier otro.

Pero si no, procura, mi buen amigo, no arriesgar ni poner en peligro lo más preciado, pues mucho mayor riesgo se corre en la compra de enseñanzas que en la de alimentos. Porque quien compra comida o bebida al traficante o al comerciante puede transportar esto en otros recipientes y, depositándolo en casa, antes de proceder a beberlo o comerlo, puede llamar a un entendido para pedirle consejo sobre lo que es comestible o potable y lo que no, y en qué cantidad y cuándo; de modo que no se corre gran riesgo en la compra. Pero las enseñanzas no se pueden transportar en otro recipiente, sino que, una vez pagado su precio, necesariamente, el que adquiere una enseñanza marcha ya, llevándola en su propia alma, dañado o beneficiado.”




lunes, 5 de marzo de 2012

Un mal día.


Aquel día, 24 de febrero, a las cuatro y pico de la tarde estaba jugando al fútbol con mi hermano. Pero mis pases y chutes de balón estaban siendo fatales. Pero lo que no sabía es que aquel día podría ser peor.

Me estaba enfadando con el balón y conmigo mismo. Mi hermano al darse cuenta dejó de jugar y me llamó para jugar a la cometa, pero hasta el viento parecía mi enemigo. No conseguía elevar la cometa en el cielo azul, porque no había bastante viento. Acabé por destruir la cometa.

-          ¿Quién la hizo?
-          Yo, con mucho cariño y delicadeza.
Enfadado y al mismo tiempo triste, le propuse a mi hermano caminar.
-          ¿Qué respondió?
-          ¡No!
Pero no me puse más triste. ¿Por qué? Porque mi hermano y yo no nos llevamos bien del todo.

Fui caminando durante un rato, calculo que fue un kilómetro. Entonces comencé a correr, muy lejos, nunca había ido tan lejos corriendo. Ya no estaba enfadado ni triste porque había disfrutado tanto del paisaje que tenía el pecho lleno de alegría.

Al volver,
-          ¿Corriendo?
-          ¡Sí!
En el camino estaba pensando en llegar a casa cansado, pero que muy cansado. Entonces me vino una idea a la cabeza: Voy a contar a mis padres hasta dónde fui. Pero el día malo para mí no había terminado.

 Yo pensando al llegar que mis padres iban a decirme: Bien hecho, has hecho un buen ejercicio físico. ¡Pero no! Al llegar a casa, cansado y con sed, piqué a la puerta y abrió mi madre. Al verme cansado, jadeando y sudoroso, podría haber llenado una piscina, me preguntó: ¿dónde estabas? Fui corriendo hasta Següencu y volví también corriendo, le respondí. Entonces me dijo: Tú no puedes macharte sin decirnos nada, y si te pasa algo. No sabemos donde estabas, y si te pasa algo grave…y más y más riña. Luego quedé enfadado, porque no era esto lo que estaba esperando. Sólo fueron riñas.

Fui a ducharme y después de unas horas mi padre me mandó a estudiar, pero cerré la puerta de mi cuarto y le hice la pelota. Ahora estoy terminando lo que estoy escribiendo y son las ocho y media y tengo la garganta mal. Creo que fue del sol y ahora tengo tos.

1 comentario:

  1. A mi tambien me riñen por llegar tarde a casa. Yo voy a Villa en bici desde la Felguera. Ahora tengo el brazo derecho escayolado desde la muñeca hasta el codo. Me lo rompí con la bici.

    Hola a mi me encantan las cometas, lástima de cometa, tienes que hacer otra.

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