Fragmento de Protágoras de Platón


“…los que llevan las enseñanzas por las ciudades, vendiéndolas y traficando con ellas, ante quien siempre está dispuesto a comprar, alaban todo lo que venden. Mas, probablemente, algunos de éstos, querido amigo, desconocen qué, de lo que venden, es provechoso o perjudicial para el alma; y lo mismo cabe decir de los que les compran, a no ser que alguno sea también, por casualidad, médico del alma. Por lo tanto, si eres entendido en cuál de estas mercancías es provechosa y cuál perjudicial, puedes ir seguro a comprar las enseñanzas a Protágoras o a cualquier otro.

Pero si no, procura, mi buen amigo, no arriesgar ni poner en peligro lo más preciado, pues mucho mayor riesgo se corre en la compra de enseñanzas que en la de alimentos. Porque quien compra comida o bebida al traficante o al comerciante puede transportar esto en otros recipientes y, depositándolo en casa, antes de proceder a beberlo o comerlo, puede llamar a un entendido para pedirle consejo sobre lo que es comestible o potable y lo que no, y en qué cantidad y cuándo; de modo que no se corre gran riesgo en la compra. Pero las enseñanzas no se pueden transportar en otro recipiente, sino que, una vez pagado su precio, necesariamente, el que adquiere una enseñanza marcha ya, llevándola en su propia alma, dañado o beneficiado.”




lunes, 24 de noviembre de 2014

“Rabihocardo”.



Leo en el diario “La Nueva España” de ayer domingo, 23-11-2014, este titular a tres columnas:
“Bronce por un pájaro tropical”.
“Alejandro Pérez queda tercero en la prueba hispanoamericana de ortografía pese a fallar al escribir “rabihocardo”.

Sí, habéis leído bien “rabihocardo”, no es una errata de imprenta, la palabreja se repite hasta en cuatro ocasiones a lo largo del artículo.
Pero ¿Qué es un “rabihocardo”? Nada, sólo un error. Existe el español el nombre rabihorcado, palabra con que se designa un ave de esas características. Es decir, con el rabo en forma de horca. Sin embargo E. Vélez, quien firma la crónica, insiste en el error. Tal vez a algunos les convendría darse una vuelta por los diccionarios de la RAE, confirmando o descartando palabras desconocidas.

Nos queda la duda si la palabra fue bien o mal dictada y por lo tanto entendida por Alejandro. Yo creo que si Alejandro hubiera pensado en la composición del nombre: rabo y horcado, no hubiera tenido dudas en escribirla correctamente y no sin hache como confiesa que lo hizo.

Quien no tiene disculpa es el periodista que tuvo ocasión de contrastar los datos para no meter la pata de forma tan  ridícula.

¡Cuida tu lengua materna, es la tuya!


rabihorcado.

1. m. Ave palmípeda, propia de los países tropicales, de tres metros de envergadura y uno aproximadamente de largo, con cola ahorquillada, plumaje negro, algo pardo en la cabeza y cuello y blanquecino en el pecho, pico largo, fuerte y encorvado por la punta, buche grande y saliente, cuerpo pequeño, tarsos cortos y vestidos de plumas, y dedos gruesos, con uñas fuertes y encorvadas. Anida en las costas y se alimenta de peces, que coge volando a flor de agua.

Carlos Massé. IES Rey Pelayo. Cangues d'Onís.


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